Por Jorge Rospide
Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT
En estas últimas cuatro décadas Argentina enfrentó numerosos desafíos económicos. La estabilidad política, característica central de los regímenes democráticos, a menudo se asocia con un entorno propicio para el desarrollo económico sostenible. Sin embargo, a pesar de los avances en términos de estabilidad política, la economía se caracterizó por un recorrido de inestabilidad macroeconómica, crisis de deuda, procesos inflacionarios, desigualdad social y dependencia externa.
La lucha contra la inflación posiblemente haya sido y es el mayor obstáculo en el que debemos concentrarnos. En ese sentido, los programas de estabilización tuvieron en la mayoría de los casos efectos temporales, y cuando se obtuvieron resultados de mediano plazo generaron distorsiones en el empleo y la desigualdad. Estos efectos observados, en gran medida siguen siendo producto de persistentes déficits fiscales, en algunos casos justificados y en la mayoría injustificados que terminan impactando en la inflación o generando crisis de deuda.
En un sistema democrático, la participación ciudadana conduce a la adopción de políticas económicas más inclusivas y socialmente responsables. Sin embargo, los índices de desempleo, formal e informal y los índices de pobreza siguen siendo batallas perdidas, principalmente por la falta de políticas consistentes y reformas estructurales.
Otro aspecto olvidado de las políticas económicas fue la dependencia de la economía argentina a la volatilidad de los precios de las materias primas. A lo largo de los diferentes gobiernos sigue siendo la falta de desarrollo y diversificación de la producción y las exportaciones un tema pendiente. La existencia de instituciones democráticas debería haber contribuido a la creación de un clima de inversión más predecible y a largo plazo, pero la falta de un enfoque de diversificación y crecimiento solo permitió el financiamiento en sectores tradicionales de nuestra economía, en muchos casos saturados, o en sectores privatizados.
No debemos perder de vista que la economía tiene como función central generar bienestar económico en la sociedad. Lamentablemente, esos resultados esperados aun no pudieron materializarse y tenemos un largo camino por recorrer. Los retos económicos actuales nos invitan a reflexionar sobre nuestro pasado y nuestro futuro, en donde la democracia proporciona el marco para abordar los desafíos de manera participativa y constructiva.
A pesar de la situación, es importante destacar que Argentina cuenta con importantes activos: su riqueza natural, el capital humano y nuestra democracia consolidada son factores que sin dudas permitirán construir un futuro con crecimiento sostenido y alcanzar al final de ese recorrido el sueño de una economía que beneficie a toda la sociedad.